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Neurociencia corporal

La importancia de la postura y el cuerpo sobre la mente

Hasta hace muy poco, prácticamente unos 3 o 4 años la neurocienicia se basaba en el estudio de la actividad de las neuronas o áreas cerebrales. El estudio de la mente o en concreto de los procesos cognitivos como la atención, memoria o las emocionales se suponían dependientes únicamente del cerebro. Aunque hoy en día la neurociencia sigue la estela cerebro-centrísta, estamos viviendo una apasionante revolución científica: el cerebro debe relacionarse con el resto de los órganos. La mente ya no solo depende del cerebro, sino del cuerpo entero.

Cada día se publicansorprendentes resultados científicos en los que se muestra que el cerebro y el cuerpo se comunican.

¿Sabías que interpretamos la realidad según el diálogo entre el cerebro y el corazón?

Uno de los grupos pioneros en el estudio de la relación cerebro-corazón es el de la investigadora Catherine Tallon-Baudry en París. Hace unos años mostraron que percibimos las imágenes que llegan a nuestros ojos cuando el cerebro responde al latido cardiaco (Park et al, 2014). No todo lo que vemos es procesado por el cerebro, perdemos gran parte de la información (fenómeno conocido como parpadeo atencional) y parece que ese “parpadeo” se debe a la falta de comunicación entre el cerebro y el corazón. Sus últimas publicaciones científicas van más allá y nos dicen que cuanto más fuerte responde nuestro cerebro a los latidos del corazón, más pensamos en nosotros mismos (Babo-Rebelo et al, 2016). Las implicaciones de la relación entre el corazón el cerebro son impresionantes para la neurociencia, pero mucho más para aprender a conocernos y si cabe, llegar a la disolución del yo del que tanto se habla en meditación.

¿Sabías que la respiración nasal regula mejor las emociones que la oral?

En las tradiciones orientales, como el yoga, se conoce muy bien la influencia de la respiración sobre los estados mentales. Pero en ciencia, solo ahora se empieza a conocer la influencia que tiene la respiración sobre el cerebro (Zaccaro et al, 2018). Al respirar por la nariz estamos cambiando la actividad de la amigdala, área del sistema límbico involucrada en el procesamiento de las emociones, sobre todo del miedo y el estrés, pero también sobre el hipocampo, área involucrada en el mantenimiento de la memoria (Zelano et al, 2016) y la primera zona en atrofiarse en la enfermedad de Alzheimer. Respirar por la boca, además de tener un sistema de filtrado de agentes patógenos del aire, no tiene tanta influencia sobre el cerebro emocional. Uno de los estudios más sorprendentes (Yackle et al, 2017) mostraba que la respiración modula una zona muy profunda del cerebro llamada locus coerulus, área relevante para la atención, y la memoria.

¿Sabías que el intestino influye sobre el cerebro y no al revés?

Este resultado fue demostrado en el año 2017 en el Instituto Max Planck de Alemania (Richter et al, 2017) e indicaba que el cerebro integra la información que llega desde el intestino. La influencia no es solo eléctrica (debida a los campos electromágenticos que genera el intestino) sino también química: la microbiota. Este es quizás el descubrimiento de esta siglo, la influencia que ejercen los micro-organismos que habitan en nuestro intestino sobre el sistema endocrino, inmune y nervioso. Gracias al estudio de la microbiota hoy sabemos que nuestra dieta influye en los neurotransmisores (las sustancias que utilizan las neuronas para comunicarse), cambia la estructura neuronal y hace que unas áreas cerebrales sean más activas que otras. La dieta, mediante la microbiota, modula nuestra mente y la forma de relacionarnos con los demás (Allen et al, 2017).

Sabias que la postura corporal influye en el sistema nervioso?

No solo el cuerpo visceral, los órganos, influyen sobre el cerebro y nuestra mente. Las sensaciones de nuestro cuerpo y nuestra postura corporal también. Antonio Damasio, uno de los grandes neurocientíficos de este siglo dice que nuestro cuerpo sabe lo que la mente aún no se ha dado cuenta. Damasio acuñó el termino marcador somático para poner en evidencia que las sensaciones de nuestro cuerpo influyen en nuestra toma de decisiones (Damasio, 1996). De dichos experimentos se concluye que una mayor interocepción (ser más consciente de las sensaciones que vienen de nuestro cuerpo) nos hace ser capaces de regular mejor nuestras emociones, y tomar mejores decisiones (Craig, 2009). De ahí la importancia de tomar consciencia de nuestro cuerpo, de sus sensaciones y de su postura. El cuidado de la postura corporal no solo tiene evidentes beneficios en la musculatura sino también en la mente. En el año 2014 investigadores alemanes demostraron que el número de palabras negativas que recordamos es mayor cuando estamos en una posición inclinada, encorbada. Pero recordamos más palabras positivas cuando estamos rectos (Michalak et al, 2014). En el año 2010 la universidad de Harvard demostró que una posición de superioridad aumenta la producción de testosterona y cortisol, y la disminuye en una posición de sumisión (Carney et al, 2010). Hasta la postura en la que dormimos influye en el sistema de limpieza cerebral (glinfático). Dormir de lado es la mejor forma de depurar el liquido extracelular (Lee et al, 2015). El investigador Yi-Yuan Tang de la universidad de Texas ha demostrado que mindfulness con técnicas corporales originadas en la medicina tradicional china (Taichi y QiGong) tiene mucho más impacto sobre la mente que las técnicas de gestión de la atención mental (Tang el al, 2017). El filósofo Nietzsche decía que Según la forma de andar de cada uno, se puede ver si ha encontrado su camino.

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